III Open español de Blokart en Feria Zaragoza
Este fin de semana se ha celebrado en la Feria de Zaragoza el III open nacional de Blokart. Desde Zona Cierzo hemos echado una mano con alguna cuestión logística.
Más allá de la crónica del finde, estoy impresionado por lo que nos contaron los practicantes de este deporte durante la cena: la vehemencia con la que lo defiende Santi Oliver, el campeon mundial de Blokart, o la ilusión de Gabi, un invalido que lleva tres meses rodando sin ninga desventaja en la misma categoría que los válidos.
Para empezar, se trata de un deporte muy seguro, enfocado a garantizar la seguridad de los practicantes. En caso de vuelco, el piloto queda sujeto por el cinturón sin posibilidad de tocar el suelo. Además nos contaban haber visto en los campeonatos terribles choques a alta velocidad en los que los pilotos han salido ilesos. También es una actividad "muy compacta", tanto por el espacio necesario para practicarlo (menos de 200x100 m), como por el paquete en que se desmonta el carro.
La competición está limitada al vehículo tal como sale de la bolsa, sin poderse introducir mejoras que creen diferencias entre pilotos que puedan invertir más o menos dinero. Esto tiene dos consecuencias: no es necesario llevar el Blokart propio a las competición, sino que basta con usar uno alquilado o prestado. y la segunda y más importante: las diferencias en la competición solo están en la pericia de los pilotos.
Enseguida hay que hablar de igualdad: las categorías se distinguen únicamente por el peso del piloto. En la misma manga compiten hombres, mujeres, niños, válidos e inválidos.
El acceso por parte de los minusválidos viene de que el carro se controla únicamente con un manillar y un cabo. Basta con tener suficiente movilidad (no fuerza) en los brazos para poder pilotar. Incluso se pueden hacer adaptaciones para minusvalías más severas en las que tienen problemas con la función prensil de las manos. Y a pesar de que a los que venimos del kite-buggy nos puede parecer caro, para los minusválidos es mucho más barato que cualquier tipo de silla especial para la práctica deportiva.
Bueno, y lo que nos pareció la bomba fueron los dos Whikes: bicicletas reclinadas, con apoyo eléctrico (añadido por los propietarios), y vela recortada para caber por cualquier sitio: Mad Max rebooted!
Más allá de la crónica del finde, estoy impresionado por lo que nos contaron los practicantes de este deporte durante la cena: la vehemencia con la que lo defiende Santi Oliver, el campeon mundial de Blokart, o la ilusión de Gabi, un invalido que lleva tres meses rodando sin ninga desventaja en la misma categoría que los válidos.
Para empezar, se trata de un deporte muy seguro, enfocado a garantizar la seguridad de los practicantes. En caso de vuelco, el piloto queda sujeto por el cinturón sin posibilidad de tocar el suelo. Además nos contaban haber visto en los campeonatos terribles choques a alta velocidad en los que los pilotos han salido ilesos. También es una actividad "muy compacta", tanto por el espacio necesario para practicarlo (menos de 200x100 m), como por el paquete en que se desmonta el carro.
La competición está limitada al vehículo tal como sale de la bolsa, sin poderse introducir mejoras que creen diferencias entre pilotos que puedan invertir más o menos dinero. Esto tiene dos consecuencias: no es necesario llevar el Blokart propio a las competición, sino que basta con usar uno alquilado o prestado. y la segunda y más importante: las diferencias en la competición solo están en la pericia de los pilotos.
Enseguida hay que hablar de igualdad: las categorías se distinguen únicamente por el peso del piloto. En la misma manga compiten hombres, mujeres, niños, válidos e inválidos.
El acceso por parte de los minusválidos viene de que el carro se controla únicamente con un manillar y un cabo. Basta con tener suficiente movilidad (no fuerza) en los brazos para poder pilotar. Incluso se pueden hacer adaptaciones para minusvalías más severas en las que tienen problemas con la función prensil de las manos. Y a pesar de que a los que venimos del kite-buggy nos puede parecer caro, para los minusválidos es mucho más barato que cualquier tipo de silla especial para la práctica deportiva.
Bueno, y lo que nos pareció la bomba fueron los dos Whikes: bicicletas reclinadas, con apoyo eléctrico (añadido por los propietarios), y vela recortada para caber por cualquier sitio: Mad Max rebooted!
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